Ruiseñor, hoy te quería escribir pero no lo hice porque no quería molestarte. A veces escribo acá lo que no puedo decir. Es viernes por la noche, el agua del aire acondicionado se desborda, y seguro la vecina se enoje. Sin embargo, no me importa. Hay días que sabes que no me puedo levantar de la cama. Quizás me guste estar en la cama o quizás estar en la cama es lo que me genera estos dolores. Me duelen mucho las cervicales y los brazos. Entre ayer y hoy, a la tarde tomé los miorrelajantes pero me hicieron mucho efecto al punto que hoy no podía hablar ni modular. Me recordó a un día en el que estaba así pero por otras razones y eran sedantes. Es gracioso lo que uno se queja cuando está flaco y cuando uno aumenta bastante de peso piensa "mierda, ¿de qué me quejaba?". Yo trato de luchar por una sociedad en que acepte el cuerpo como es, o al menos eso intento, desde donde puedo pero creo que también soy hipócrita, porque aunque estaba empezando a querer mi cuerpo, ahora lo odio. Mis tetas son enormes, ya no puedo usar ciertos vestidos o remeras. Mis piernas y mi estómago son gigantes y mis brazos no tienen forma. Nadie lo ve así, solo yo me autocritico. Tampoco espero ser una modelo, no es mi intención pero que me gustaría ser flaca como antes sí. Sé que nunca voy a tener el estómago plano, pero las piernas y brazos pueden mejorar. En fin, no es eso lo que me causa tristeza tampoco. Se supone que tendría que estar feliz y no lo estoy. Tampoco sería tristeza, sino una especie de melancolía. Supongo que uno sabe cuando esa persona es la correcta, y no creo que esa persona lo sea para mí. No logro encontrarla, y la que creí encontrar era una mentira. Pero bajar mis estándares, sería mentirme a mí misma.

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