La mujer por Rilke

Nosotros estamos justamente entrando a considerar sin prejuicios y de un modo objetivo las relaciones de un individuo con otro, y nuestras tentativas para abandonarnos a tal comunicación no tiene ningún símil ante sí. Y sin embargo, en el camino del tiempo hay mucho que quiere ayudar a nuestro titubeante noviciado.
La joven y la mujer, en su nuevo desarrollo serán transitoriamente imitadoras de los malos y buenos modales masculinos, y repetidoras de las profesiones varoníles. Tras la incertidumbre de tales tránsitos se demostrará que las mujeres habrán pasado por esos abundantes y variados disfraces -con frecuencia risibles- sólo para purificarse, en lo más peculiar de su naturaleza, de las deformadoras influencias del otro sexo. Las mujeres, en las cuales la vida se demora y habita más inmediata, fecunda y confiadamente que en el hombre, es preciso que en el fondo hayan llegado a ser humanos más maduros, seres más humanos que el hombre liviano -no atraído bajo la superficie de la vida por el peso de ningún fruto corporal- quien fatuo, precipitado, menosprecia lo que cree amar . Esta humanidad de las mujeres, madurada en los dolores y las humillaciones, saldrá a luz cuando la mujer haya mudado los convencionalismos de lo exclusivamente femenino, en las metamorfosis de su condición social; y los hombres que aún hoy no sienten llegar, estos se verán sorprendidos y vencidos.Un día (de ellos, sobre todo en los países nórdicos, ya hablan e ilustran signos inequívocos), un día la joven será, y será la mujer, y sus nombres no significaran más lo mero contrario de lo masculino, sino algo por sí, algo por lo cual no se piense en ningún complemento ni límite, sino nada más que en vida y ser, el ser humano femenino.

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